miércoles, 4 de junio de 2008

Adaptación Mandioquera en su máxima expresión.


No existe circunstancia de la vida en la que el hombre no haya elaborado extremos absolutos para tratar de definir cosas o situaciones de su andar. Ciencia o religión, Socialismo o capitalismo, ¿Mate amargo o mate dulce?, Tango o Rock and Roll, el vegetariano y el carnívoro empedernido. Es verdad que entre medio de estos existen miles de paradas en las que uno se puede bajar, pero no vienen al caso, por ahora, de nuestra expresión literaria
Ante estos extremismos extremos, el fútbol no puede ser la excepción a la regla ni mucho menos. Simplificando un poco la cuestión, existen miles de equipos y en casi todos, sus jugadores son agrupados, casi de forma autoritaria, de dos maneras totalmente extremistas y diferentes. Están los habilidosos, que cargan en sus botines jugadas “mágicas y maravillosas” que roban mas de un aplauso o suspiro (uuu) rival, salvando las distancias por supuesto (las chanchas mucho no ayudan…).
Especie en extinción futbolística pero superpoblada de idealistas y admiradores de su propio juego, que muchas veces no corresponden sus palabras, con sus expresiones prácticas.
Después, esta el otro grupito, ese de los mas…, bien llamados “picapiedrones”. Hombres de pico y pala que sufren su andar en el campo de juego intentando abolir los sueños de esos “Iluminados del balompié”. Van en contra del arte, de la expresión más romántica de fútbol, no quieren belleza, magia, inspiración. Viven en los rincones más oscuros de la cancha. No lucen ni dejan lucir. Cualquier intento de habilidad agranda sus furias y redobla las apuestas de su participación.
Volviendo al comienzo del relato, decíamos que existen infinitas paradas en donde uno se puede bajar sin llegar al extremo absoluto. Aunque no viene mucho al caso, ejemplo de mate para la ocasión. Entre el dulce y el amargo, hay infinitas combinaciones que unen las dos variables finales.
Ahora, ¿Qué pasa cuando se salta de un punto a otro sin hacer escala previa?
Pocas veces en la historia ha sucedido esto. No imagino a Gardel tocando temas de Riff ni Marx comiendo en Mac Donall`s, pero existe un claro ejemplo que pasaremos a citar.
Bruno el Intratable, un apodo dice más que mil palabras. Su carrera futbolística en el amateurismo lo llevó a ocupar diferentes posiciones dentro del campo de juego, desde arquero hasta centrocampista defensivo. Siempre con el cruel objetivo de abolir la magia. Enamorado de las roturas totales del PC fútbol y fiel abonado a las tarjetas amarillas, hoy es el goleador absoluto del Deportivo Mandioca. Abandonó el overol para vestirse de frac (Dios Google: atuendo de gran gala), derroche de magia y alegría. Carril derecho que lo ve desfilar hoy, como un modelo de Ricky Sarkany.
¿Abandono de identidad?, no señores, solo algunos mal pensados lo definirían de esta forma. Superación de su andar, divertimento pa´ los que miran, alegría para los que pegan (mos). Adaptación Mandioquera en su máxima expresión.
¿Tristeza del pasado? Seguro, pero siempre se puede volver al primer amor.
Pelo corto y bincha en el bolsillo, disfruta su lapso goleador. Ejemplo de extremista confundido, Bruno el intratable es hoy, nuestro nuevo artillero. Brindemos por ello, y que vengan muchos más.
Una Mandioca en la siguiente ronda saluda a su nuevo Miguel Ángel.